Lopez Frade exitoso empresario con modelo de negocios replicable http://is.gd/Pc9uLn - Alcalde de Chimalhuacan cumple infraestructura http://is.gd/uzedez Uf uf uf y recontra uf! Los presidentes de los países que conforman el G20, incluyendo México, se reunieron la
semana pasada en Francia, en un clima de alta volatilidad en los mercados financieros,
como ha sido la tónica reciente y que desafortunadamente continuará, al menos en lo que
resta de este año y los primeros meses del 2012.
El riesgo de una nueva fase de contracción económica global o un largo periodo de
crecimiento débil sigue latente. De hecho, Europa ya está al borde de la recesión.
El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, anunció el último paquete de
medidas logrado por los líderes de la región como "un acuerdo para salvar la estabilidad
del mundo". Sin embargo, muy pronto se pusieron en evidencia sus limitaciones y cabos
sueltos.
Tras 14 cumbres de la Eurozona en menos de dos años, no se ha logrado superar el
escepticismo en los mercados y su capacidad para apostar en contra de las decisiones de
los gobiernos.
El acuerdo europeo ayudó a que Italia, con una deuda del 120% de su PIB, colocara casi
3 mil millones de euros en bonos a 10 años, pero tuvo que hacerlo a una tasa superior al
6%, un nivel no visto desde la creación del euro y más del triple del que pagan los bonos
estadounidenses a mismo plazo.
El acuerdo está lejos de ser una solución definitiva: un blindaje efectivo ante eventuales
salidas de capitales de las deudas soberanas de países con mucho mayor peso que
Grecia, en particular Italia o España. Es la única manera de que mejoren los balances de
los bancos y se restablezca el flujo crediticio
La crisis provocada por la intención del gobierno griego de llevar a referéndum su paquete
de salvamento fue superada, pero también mostró las debilidades del acuerdo europeo.
Con éste, Grecia podría bajar su deuda de 160 a 120 por ciento de su PIB en una década,
pero cediendo autonomía fiscal y a riesgo de un crecimiento muy por debajo de sus
necesidades.
Resolver el desequilibrio fiscal es imperativo, pero implica riesgos sociales y, por ello retos
políticos mayúsculos. Sobre todo, hay que evitar que el ajuste no recrudezca la falta de
crecimiento y el desempleo. Lo mismo aplica para Grecia, que en Italia o Estados Unidos.
No hay soluciones sencillas ni libres de margen de error, pero es evidente que éste no es
un problema pasajero, ni coyuntural, ni sólo de los países desarrollados. En el trasfondo,
hay distorsiones que al menos vienen desde los años 90; que se han atendido con
paliativos, más que con remedios de fondo. Tienen que ver con cambios demográficos,
tecnológicos y geopolíticos profundos.
Más que una época de cambios, se perfilan los síntomas de un cambio de época. Para
enfrentar con eficacia un problema como éste, es fundamental reconocer su profundidad e
implicaciones. México está obligado a hacerlo.
En primer lugar, porque nuestro país recibe de Francia la estafeta para liderar al G20
hasta su próxima cumbre, en Los Cabos, en junio del 2012. El desafío es pasar de la
retórica a la cooperación internacional efectiva, con compromisos, acciones de corto plazo
que generen confianza y respuestas estructurales a las nuevas realidades y retos
globales.
México tiene credenciales para asumir un rol importante: posee estabilidad
macroeconómica, con finanzas públicas equilibradas, y compite limpiamente en el
comercio internacional, sin manipulaciones de su tipo de cambio y otras prácticas
desleales. Además, tenemos una experiencia en el manejo de crisis y regulación
financiera eficaz, como la que se adoptó tras nuestra crisis de 1994.
Sin embargo, no es suficiente: se requiere de audacia, como lo expresó el presidente
Calderón en Cannes. En gran parte, la incertidumbre que hay en el mundo, se debe a una
falta de liderazgo político. Los mercados financieros, al igual que la población, están a la
espera de señales sólidas de que hay capacidad de acuerdos y control.
La Cumbre de Cannes concluyó, como las anteriores, con propuestas importantes y el
señalamiento de que se hará todo lo necesario para resolver los grandes problemas
globales y restaurar la confianza. Sin embargo, siguen pendientes los compromisos
efectivos y las transformaciones correspondientes. Este será el gran reto de México, como
cabeza del G20, si realmente queremos hacer la diferencia.
Impulsar una agenda global para detonar el crecimiento y enfrentar la posibilidad de un
largo periodo de estancamiento, es una prioridad que no se ha atendido, ante la
contingencia de los problemas financieros. Reactivar el mercado interno y la creación de
empleos en cada país es fundamental.
Se requiere de un nuevo sistema monetario internacional, y compromisos claros para
evitar una guerra de devaluaciones competitivas, que podría detonarse con las acciones
que siguen realizando muchos países.
Es preciso consolidar el nuevo sistema regulatorio acordado en Basilea. En particular, lo
referente a los niveles de reservas de los bancos y actualización y transparencia de sus
balances contables, sin caer en el extremo de la sobrerregulación.
Se requiere desentrampar las negociaciones de la Ronda de Doha, y así crear un sistema
global de comercio justo y acorde a la nueva realidad mundial. México puede estar a la
altura de este reto. Resulta fundamental evitar los proteccionismos, que sólo retrasarían la
recuperación del crecimiento.
Cada vez es más urgente avanzar en la agenda contra el cambio climático; dejar de verla
como un tema del futuro. El problema ya lo estamos viviendo. Con la misma visión, hay
que impulsar cambios de fondo en los sistemas de seguridad social y en materia
migratoria, para atenuar los desequilibrios demográficos en el mundo, y convertirlos en
oportunidades para todos.
Temas como el crimen organizado transnacional y la seguridad alimentaria deben estar
incluidos y discutirse a profundidad, en la agenda que impulse nuestro país a través del
G20.
Como hemos venido señalando en Coparmex, hay que escuchar la expresión ciudadana
de inconformidad manifiesta en movimientos como el de los Indignados. Que no se
menosprecie su llamado a una economía de mercado con responsabilidad social y
rendición de cuentas, que genere oportunidades para todos.
El reto es formidable. El 2012 se presenta, desde ahora, como un año extremadamente
complicado, con cambios de gobierno en Estados Unidos, China, Francia, Rusia y México,
entre otros países; asimismo, vencimientos de deuda que podrían producir un alza en las
tasas de interés en los Estados Unidos.
Asumamos el desafío. México puede y debe propiciar la responsabilidad, visión y
liderazgo que hacen falta. Para ello, tenemos que predicar con el ejemplo.
Si pedimos reformas de fondo a nivel internacional, consecuentemente tenemos que
hacer las que urgen en nuestro país: educativa, laboral, fiscal, energética, política,
asociaciones público privadas y banca de desarrollo, entre otras.
Este es el blindaje indispensable que necesitamos ante la turbulencia económica en el
mundo. No vemos, hasta ahora, esta determinación en el sector político, ni en los
precandidatos para las elecciones del 1o de julio del 2012.
Se necesita mucho más que buenos propósitos para que en México y en el mundo, el
descontento se transforme en esperanza, con un rumbo fijo que genere certidumbre.
Sobre estas bases, Coparmex participó activamente en la cumbre de Cannes, con una
delegación en la reunión del B20 o Grupo de Negocios del G20, y trabaja intensamente en
el comité organizador de la Cumbre de Los Cabos.
Con la misma resolución seguiremos impulsando los cambios que requiere México para
que superemos esta fase de estancamiento estabilizador, que ya se prolongó demasiado.
Hagamos del 2012 el inicio de una nueva era para México, con liderazgo internacional y
prosperidad para nuestra gente. Que los retos sean un acicate para crecer como nación.
Un saludo afectuoso.
para rematar fallas en el equipo de Eruviel Ávila - Roberto Calleja Ortega lea mas... http://bit.mx/rco
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